viernes, 22 de diciembre de 2006

De qué color es la foto digital


De qué color es la foto digital

¿Habéis probado alguna vez a hacer uno de esos pasatiempos en los que un dibujo en blanco está dividido en zonas con un número que indica el color? El ordenador hace lo mismo con cada píxel de nuestra foto: lo rellena de un color. Con él, además, podemos usar desde un único lápiz negro hasta una colección virtual de muchos millones de lapiceros.

Lo que hacen es anotar una serie de datos que permiten rehacer, o más bien replicar, esa imagen. En un artículo precedente ya vimos que el método utilizado en la fotografía digital es dividirla en filas y columnas de píxeles, para poder anotar ordenadamente el color de cada uno de ellos.

Profundidad de bits

Así pues, el color de cada píxel va a ser un número en la cadena de datos, y, en función de cuántos colores queramos diferenciar, necesitaremos más o menos bits. La profundidad mínima es de un bit por píxel: dos informaciones posibles que se traducen en negro (0) o blanco (1).
Un "bitmap" o mapa de bits es en realidad una imagen formada por píxeles blancos y negros.
Si anotamos cada píxel con 2 bits, las posibilidades se duplican, pasando de los 2 a los 4 colores. Con los primeros monitores en color, se usaban gamas de 16 tonos (4 bits), pero resultaban muy limitadas. Con un byte, equivalente a 8 bits, tenemos 256 tonalidades posibles, con lo que podemos intercalar 254 niveles de gris entre el negro y el blanco.
En escala de grises, hacemos imágenes acromáticas o neutras con un byte por píxel.
También contamos con la opción de definir una paleta o índice de 256 colores diferentes, para que cada valor de byte asigne al píxel uno de estos valores. Al querer abarcar no sólo la escala de luminosidad, sino también tonos e intensidades diferentes, la paleta puede quedarse un poco justa en algunas zonas, como los degradados, en los que pueden aparecer saltos bruscos de color. Es el denominado efecto banda, que puede disimularse entremezclando píxeles de tonos disponibles en las zonas fronterizas.
Imagen en color indexado de 8 bits, sin tramado. En ella puede apreciarse el efecto banda en el cielo, el casco de la embarcación o el agua.
Con las imágenes a color, el salto cualitativo se da al utilizar varios bytes por píxel. La profundidad de 24 bits permite usar modos de color basados en la combinación de 3 colores primarios, aplicando a cada uno de ellos una buena escala de luminosidades, de 1 byte.
El peso informático se triplica con respecto a la escala de grises o del color indexado, pero la gama de tonos disponibles se eleva a unos 16,7 millones. El modo más utilizado en fotografía digital es el RGB o RVA (Rojo, Verde, Azul), que se adapta a la tecnología de las cámaras, escáneres, proyectores y monitores.
En RGB (RVA), cada píxel es la combinación de un valor de 0 a 255 de Rojo, Verde y Azul.
Por otro lado, el modo CMYK o CMAN (Cián, Magenta, Amarillo, Negro) responde a las técnicas de impresión basadas en la cuatricromía, es decir, la combinación de tintas Cián, Magenta, Amarilla y negra (en minúsculas, porque no es un color complementario de la gama RGB), a cada una de las cuales corresponde un byte.
Los colores que se pueden distinguir con 4 bytes superan los 4.000 millones, pero con la gama descrita resultan en 100 millones, ya que cada uno indica el porcentaje de superficie tintada, como es tradicional en las artes gráficas. Es decir, se utilizan 100 tonalidades, en lugar de las 256 posibles.
En general, percibiremos las imágenes CMYK algo más suaves y continuas que las RGB, porque en ellas hay más tonos intermedios. Pero también las veremos algo menos saturadas, un concepto en el que ya profundizaremos cuando hablemos de espacios de color. Convertir a CMYK sigue siendo necesario para una impresión offset, pero no para los actuales sistemas de impresión doméstica y revelado digital.

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