Si, de vez en cuando, analizamos nuestro ya abultado álbum fotográfico y lo comparamos con las fotos de los profesionales, es fácil darse cuenta de que hay algo que aún falla. No hablamos de supermodelos, de decenas de flashes de estudio ni de localizaciones paradisíacas. Es algo que, si bien no se ve, se aprecia: la composición de la toma no es tan perfecta como podría serlo. De hecho, ésta se rige por diversas normas -unas más estrictas que otras- y principios. En esta ocasión, trataremos una de las más importantes; tanto, que sólo sabremos que la dominamos cuando podamos ignorarla sin poner en peligro la composición de la escena. Su nombre, la regla de los tercios (1/3)3. Una tendencia humana de ciertos fotógrafos -sobre todo de los amantes del orden y la perfección- es centrar todos los motivos y buscar una simetría total en la toma. Esto, que parece estar dentro de la lógica, suele convertirse en un grave error fotográfico. La percepción humana no es lógica; se rige por una serie de fundamentos entre los cuales la afirmación “cuanto más centrado mejor” no tiene un hueco especialmente importante. Aunque hay múltiples normas que orientan la composición de una imagen, la regla de los tercios es de las más importantes. Hace unos cuantos cientos de años, los antiguos artistas y matemáticos descubrieron la sección áurea, dividiendo un todo en dos partes, de forma y manera que la parte menor es a la mayor como la mayor lo es al todo. Sobre el papel, y ciñéndonos al campo fotográfico –aunque también es aplicable a la pintura o al cine-, este postulado consiste en dividir los lados de la fotografía en tres partes iguales. Partiendo de estas divisiones, se trazan rectas paralelas a la base y a la altura. Los puntos en los que estas rectas se cruzan son los vértices de un rectángulo central en la toma, denominado zona áurea.
Centrando a un sujeto en la fotografía, sólo conseguiremos que la composición carezca de encanto, volviéndose estática y aburrida.
Uno más uno, más uno
La regla de los tercios será un poderoso aliado cuando tengamos un fondo con líneas horizontales –véanse, por ejemplo, los paisajes. En estos casos, utilizaremos la división en tercios para disponer la línea del horizonte en el encuadre. Si aceptásemos el colocar el horizonte en el centro geométrico, lo que obtendríamos sería una composición plana y sin expresividad. Si, por el contrario, nuestros motivos de referencia fuesen líneas verticales, usaremos los márgenes de la zona áurea como zona de referencia para los motivos principales.
Situando al sujeto -línea vertical- en el margen izquierdo de la zona áurea, logramos dar fuerza a la composición; algo que, de haberlo centrado, no sería posible.
En el recuadro de la derecha encontraràs màs informaciòn, consejos, tècnicas y todo tipo de tips para la fotografia.
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