jueves, 11 de enero de 2007

Fotografía deportiva, fotografía a toda velocidad



La fotografía deportiva es, con toda probabilidad, una disciplina que tarde o temprano acaban catando la gran mayoría de fotógrafos, independientemente de su nivel. ¿Quién no tiene un hijo, sobrino o nieto que practica algún deporte? ¿Qué persona no se pega cuatro carreras o da tres patadas a un balón en un día de campo? Es más: ¿Quién no ha encestado una bola de papel en la papelera de la oficina? En mayor o menor medida, todo eso es deporte, y nosotros vamos a aprender a fotografiarlo.


Pongámonos serios. La fotografía deportiva tiene sus cosillas, como todas las disciplinas; algunas buenas y otras malas. La buena noticia es que un acontecimiento deportivo tiene -generalmente- una duración suficiente para hacer nuestras pruebas. En otras palabras, contaremos con más de un minuto para buscar -y encontrar- la foto perfecta. La mala noticia es que los momentos más fotogénicos se producen en cuestión de décimas de segundo -cuando no milésimas-, y si no acertamos... Si no acertamos, no hay segunda oportunidad.

Trabajar con lo que tenemos
Para un fotógrafo profesional, el paso previo a todo acontecimiento deportivo es la elección del equipo. Nosotros, puesto que ya tenemos bien claro cuál será nuestro equipo -seamos realistas- nos ahorramos un problema. En cualquier caso hemos de tener en cuenta que la máxima "lo importante es el fotógrafo, no la cámara" no es del todo aplicable a las fotos de deporte. Así, por muy malos que seamos, una máquina réflex que dispare a 40 fotogramas por segundo y un teleobjetivo de 300 mm con una abertura de f1.4 facilitan el trabajo a cualquiera.
Pero vayamos a lo que nos interesa: la realidad. Los equipos digitales compactos no son precisamente famosos por tener un zoom ni un enfoque rápidos y precisos. Sí destacan, en cambio, por hacer gala de un bonito -léase con ironía- lag o retardo de disparo.

En fotografía deportiva, la distancia física que nos separa del deportista suele ser -por regla general- bastante considerable. Esto es así en deportes como el fútbol, el atletismo o el esquí, por poner unos ejemplos. Por este motivo, tendremos que servirnos del zoom óptico de nuestra cámara, y esto deriva -casi siempre- en el uso de aberturas más pequeñas.
En una situación convencional, como una foto de cumpleaños, compensaríamos la abertura bajando al mismo tiempo la velocidad de obturación. Por desgracia, estas normas "de cajón" son relativas en la fotografía deportiva. El uso de una velocidad inferior a 1/200 segundos probablemente resulte en la obtención de fotos movidas, un efecto poco perseguido en la fotografía deportiva. Para congelar una pelota de tenis en pleno "smash", por tanto, necesitaremos velocidades del orden de 1/500 segundos; para detener a un futbolista, de aproximadamente 1/320 segundos; para un corredor de marcha, 1/200 segundos...
En una zona de iluminación constante -un pabellón cubierto, por ejemplo, o un parque en pleno mediodía con el cielo despejado-, lo más fácil es fijar una prioridad a la velocidad o bien utilizar los modos manuales. En este último caso, fijaremos los valores de abertura y velocidad guiándonos por el exposímetro de nuestra cámara.

En el recuadro de la derecha encontraràs màs informaciòn, consejos, tècnicas y todo tipo de tips para la fotografia.

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